PRESENTE
Mientras iba en el autobús, pensaba en mi tarde con Dani. Es un chico muy feliz, gracioso, con una sonrisa siempre dibujada en sus labios. Su felicidad contagiaría a cualquiera.
¿Mi padre preguntará con quien he estado?
Claro.
¿Y qué le digo?
Pues que has quedado con un amigo que conociste hace un par de días.
¿Y lo del beso?
Obvio que no, lista.
Miré el reloj, 20:55.
Espero que mi padre no se enfade. Siempre estoy en casa, y justo cuando salgo, tiene que ir a cenar a casa. Que cosas...
Miré por la ventana. Ya habíamos salido de la ciudad y solo se veía una explanada lisa vacía.
Todos los viernes el mismo camino, pero lo distinto de hoy es que en vez de después del instituto, he ido a la hora de cenar.
Tardé en llegar a casa media hora, y cuando abrí la puerta olí a comida recién hecha. Eso solo sucede en casa de mi madre.
-¡Papá! ¡Ya estoy en casa!
Mi padre se asomó por la puerta de la cocina.
-Justo a tiempo, cámbiate y cenamos. Está todo listo.
Le sonreí y subí a ponerme la ropa para estar por casa.
Dejé la mochila en la mesa y me desnudé. Cogí mi camiseta ancha de casa de mi padre que pone I LOVE TV.
En el armario que tengo en casa de mi padre solo tengo camisetas anchas como esa, para andar por casa. No uso otra cosa. Hay camisetas para poder salir, pero menos que ese tipo de camisetas.
También sirven de pijama.
Bajé y fui al comedor.
-¿Ayudo?
-No, ya esta...todo listo.
Mi padre llevaba mi misma camiseta, pero en vez de gris como la mía, era negra.
-Copiota. -me dijo.
-Es la misma que me pongo para estar en casa.
Pero claro, como lo ibas a saber si nunca estas conmigo en casa.
-Siento no haber estado...estos meses en casa. -dijo mientras no sentabamos en la mesa.
-No pasa nada. Trabajo.
Le di mi plato y me sirvió el primer plato.
-Si, trabajo, pero la verdadera razón es, que odio esta casa.
-Normal, esta a tomar por...
-¡Alicia!
-Perdón...
-Pero tienes razón.
-Pues ve a la ciudad.
-No, no quiero.
Pues no te quejes.
Me sonrió mientras empezábamos a cenar.
-No me quejo.
-Si que lo haces. ¿Y a donde vas si no es a casa?
-Si terminaba tarde, un hotel. O salía por ahí...y me quedaba a casa de amigos a dormir. Pero también he venido a casa.
-Nunca te he visto.
-No quería despertarte ni molestar. Subía a mi cuarto, dormía, y temprano me iba.
Entonces mi padre si pasaba por casa, pero no me decía nada. Increíble.
-Me parece mal que hagas eso.
-Lo siento.
-Bueno, pero después de un año, vuelves a casa para cenar.
-Si. -dijo mientras reía. -¿Y con quién estabas hoy? Creía que no hablabas con nadie del instituto.
-Y no lo hago.
-¿Entonces? ¿Vas a una actividad extra escolar y no lo sabía?
-Tampoco. Conocí a un chico en el Fnac y llevamos unos días hablando...y me ha parecido majo.
-Majo...
-Si, me siento bien con el.
-Me alegro.
-Y yo.
-Después de todo lo sucedido en el hospital, me alegro que por fin puedas hablar y sentirme bien con...otra...¿persona?
Me reí.
-Que no te oiga.
-No digas eso...
A mi padre le sigue sin gustar el tema de Clara. Le agradece todo, pero es raro.
PASADO
Los días pasaron rápidos y sin tristeza alguna. Clara consiguió que viera la vida de distinta manera. Hablando. Simple.
Sus palabras consiguieron que todo lo que pensaba de mi misma, casi ni lo oyera. Mi yo oscuro seguía dentro de mi, pero no le escuchaba y hacía como si no estuviera, y eso fue gracias a Clara.
Mi primer día de paseo fuera del hospital, en unos jardines que tenían, los recorrí con Clara.
Hablamos y hablamos sobre lo que tal vez haga fuera del hospital. Volveré al instituto para empezar bachillerato y con mis estupendos compañeros.
-¿Y si te cambias de instituto?
-No servirá. Habrá más gente en el otro instituto, y el único cambio que habrá es que los insultos me los dirán otras personas.
-¿Y sino? ¿Y si haces amigos allí?
-No lo creo.
-Si no pruebas, no lo sabrás.
Andamos un poco más, pero ella se fue y fui sola a mi habitación, hoy me tocaba hablar con Elena.
Fui a su despacho y me senté en el mismo sofá. Ella no estaba.
Espere, y a los 5 minutos ya estaba allí.
-Hola Ali.
-Buenos días.
-¿Qué tal la mañana? Me han dicho que hoy has salido fuera.
-Si. -No mencioné a Clara, nunca lo hago. Ella me dijo que no lo hiciera.
-También me han dicho algo que no me esperaba. ¿Con quién estabas?
-Con nadie.
-Eso ya me han dicho, ¿con quién, o... con qué hablabas?
-¿Perdón?
No entendí nada en absoluto.
lunes, 19 de agosto de 2013
domingo, 18 de agosto de 2013
CAPITULO 24
PRESENTE
¿Pero ahora qué dice? No es gracioso.
-Eres muy simpática. No sé como tus compañeros son tan gilipollas como para ni hablarte.
-Esos gilipollas son tus amigos.
-No han demostrado ser buenos amigos.
-A mi, pero no a ti.
-¿Y qué hago? ¿Esperar a tener un problema para que me dejen de hablar?
Ups, ¿qué he hecho? ¿He hecho que se dejen de hablar?
-No te pongas así.
-¿Y cómo quieres que me ponga?
No sabía que contestar. No entendía su cambio de opinión hacia sus amigos. Vale, si, se pasaron insultándome y haciendo que me sintiera como una mierda, pero a él no.
-Te mereces que te traten mejor.
-Ahí estás tu para que me siente bien.
-¿Eso hago?
Claro que si, tonto.
No le respondí con palabras, pero mi sonrisa lo afirmaba. El también me sonrió.
-Tienes una bonita sonrisa.
Eso no me lo esperaba, me puse nerviosa y algo roja. Nunca me lo habían dicho.
-¿Qué...dices...?
-Que tienes una bonita sonrisa. Me gusta mucho.
Que gracioso, y mis compañeras no querían que sonriese. No hay palabras para describir como sentía. Engañada por lo que dijeron las arpías de mi clase, aunque, claro, en ellas no me esperaba otra cosa, y feliz por todo lo que me dice Dani. Es genial.
-Gracias...
-Solo son sincero.
-Pues gracias.
-De nada.
No sabía que decirle, no suelo hablar con nadie, y menos tener que darle a alguien un cumplido.
Noté como mi móvil vibraba. ¿Papá o mamá?
Papá.
Ali, ¿estás en casa? Yo hoy iré a cenar a casa a cenar contigo. Hace mucho que no tenemos charla padre e hija.
Le respondí rápidamente.
No estoy en casa, he quedado. ¿Cuándo llegaras a casa?
-¿Con quién hablas?
-Con mi mejor amiga. -dije con un tono muy repipi.
-Muy graciosa.
He salido ahora del trabajo. Pues tranquila, voy a comprar algo para cenar. Te espero para cenar.
Vale, en 2 horas estaré allí.
Ok.
-Era mi padre, hoy cena en casa.
-Que bien.
-Si, no suele cenar en casa. Desde que se divorció de mi madre, le veo poco. Así que...tengo que ir al centro a coger el bus.
-¿Te acompaño?
-Como quieras.
-Pues vamos.
Recogimos todo y tiramos en el cubo de basura las latas y el papel y fuimos dirección al autobús.
El autobús tardó en llegar, pero mientras tanto hablábamos de tonterias. De chorradas sin sentido.
Cuanto más hablaba con él, más me daba cuenta de que quería estar con él. Me hacía sentir bien, nadie me había hecho sentirme así. Estaba feliz, feliz con el mundo y conmigo misma. Me sentía capaz de todo, no había obstáculos. Cada vez que le miraba y sonreía, en mi estómago se formaba un revuelto de mariposas que revoloteaban nerviosas.
¿El sentirá lo mismo al verme sonreír? No lo creo.
Mi corazón se acelera cuando, sin querer, el roza su mano con la mía. El simple roce me hace ponerme nerviosa.
¿Esto qué es? ¿Amor? ¿Tan pronto? No lo sé.
Llegamos al centro y bajamos y fuimos a la parada. Envié un mensaje para saber el tiempo que le quedaba para que llegara.
20 minutos.
-Si quieres, te puedes ir, son 20 minutos de espera.
-Me quedo, así no te aburres.
-Llevo años sola, no me preocupa unos minutos de soledad.
-Aprovecha que después de tanto tiempo, tienes a alguien con quien te puedas entretener.
-Lo celebraré.
-¿Lo celebras conmigo?
-¡Claro!
Y sin esperármelo, me dio un beso en la mejilla.
¿Y eso? ¿Qué digo? ¿Qué hago?
-Beso de despedida.
-No me voy ahora...
-Ya, bueno, pero no quiero que pase como la última vez con el número de teléfono, quiero que esta vez me lo devuelvas.
-¿El beso?
-Obvio, tu número ya no hace falta, ya lo tengo.
¿Le doy un beso?
Si, un simple beso, no es complicado.
Me acerqué a el, y fui dirección a su mejilla, y cuando iba a rozar mis labios con su piel, el movió su cabeza un poco, y en vez de besar su mejilla, le di un beso en los labios.
Me sonrojé, pero a el le pareció divertido porque se rió.
-Tendrías que ver tu cara ahora. Pareces un tomate.
-Normal.
-¿Qué diferencia hay?
-¿Te parece normal? Creo que hay mucha diferencia una despedida en la mejilla que en los labios. ¿O a todas tus amigas le das un beso en los labios como despedida?
-Se podría decir que no.
-Pues eso.
Ahora solo quería que llegara el autobús. No quería mirarle a la cara, me daba vergüenza.
Nos quedamos en silencio mientras el seguía sonriendo.
-Venga, ¡era broma!
-No le veo la gracia.
-Yo si.
Me di cuenta que a lo lejos el autobús que tenía que coger estaba parado en un semáforo en rojo.
-Ya esta ahí. Me despediría de ti, pero ya lo he hecho.
-Puedes volver a hacerlo.
-No, gracias.
-Una pena.
Le sonreí irónicamente y saqué mi monedero.
-Gracias por la tarde. Me lo he pasado bien.
-Lo mismo digo. Nos vemos mañana.
-¿Vernos? -dije mientras se paraba el bus.
-Claro. Adiós. -Y se fue.
¿Pero ahora qué dice? No es gracioso.
-Eres muy simpática. No sé como tus compañeros son tan gilipollas como para ni hablarte.
-Esos gilipollas son tus amigos.
-No han demostrado ser buenos amigos.
-A mi, pero no a ti.
-¿Y qué hago? ¿Esperar a tener un problema para que me dejen de hablar?
Ups, ¿qué he hecho? ¿He hecho que se dejen de hablar?
-No te pongas así.
-¿Y cómo quieres que me ponga?
No sabía que contestar. No entendía su cambio de opinión hacia sus amigos. Vale, si, se pasaron insultándome y haciendo que me sintiera como una mierda, pero a él no.
-Te mereces que te traten mejor.
-Ahí estás tu para que me siente bien.
-¿Eso hago?
Claro que si, tonto.
No le respondí con palabras, pero mi sonrisa lo afirmaba. El también me sonrió.
-Tienes una bonita sonrisa.
Eso no me lo esperaba, me puse nerviosa y algo roja. Nunca me lo habían dicho.
-¿Qué...dices...?
-Que tienes una bonita sonrisa. Me gusta mucho.
Que gracioso, y mis compañeras no querían que sonriese. No hay palabras para describir como sentía. Engañada por lo que dijeron las arpías de mi clase, aunque, claro, en ellas no me esperaba otra cosa, y feliz por todo lo que me dice Dani. Es genial.
-Gracias...
-Solo son sincero.
-Pues gracias.
-De nada.
No sabía que decirle, no suelo hablar con nadie, y menos tener que darle a alguien un cumplido.
Noté como mi móvil vibraba. ¿Papá o mamá?
Papá.
Ali, ¿estás en casa? Yo hoy iré a cenar a casa a cenar contigo. Hace mucho que no tenemos charla padre e hija.
Le respondí rápidamente.
No estoy en casa, he quedado. ¿Cuándo llegaras a casa?
-¿Con quién hablas?
-Con mi mejor amiga. -dije con un tono muy repipi.
-Muy graciosa.
He salido ahora del trabajo. Pues tranquila, voy a comprar algo para cenar. Te espero para cenar.
Vale, en 2 horas estaré allí.
Ok.
-Era mi padre, hoy cena en casa.
-Que bien.
-Si, no suele cenar en casa. Desde que se divorció de mi madre, le veo poco. Así que...tengo que ir al centro a coger el bus.
-¿Te acompaño?
-Como quieras.
-Pues vamos.
Recogimos todo y tiramos en el cubo de basura las latas y el papel y fuimos dirección al autobús.
El autobús tardó en llegar, pero mientras tanto hablábamos de tonterias. De chorradas sin sentido.
Cuanto más hablaba con él, más me daba cuenta de que quería estar con él. Me hacía sentir bien, nadie me había hecho sentirme así. Estaba feliz, feliz con el mundo y conmigo misma. Me sentía capaz de todo, no había obstáculos. Cada vez que le miraba y sonreía, en mi estómago se formaba un revuelto de mariposas que revoloteaban nerviosas.
¿El sentirá lo mismo al verme sonreír? No lo creo.
Mi corazón se acelera cuando, sin querer, el roza su mano con la mía. El simple roce me hace ponerme nerviosa.
¿Esto qué es? ¿Amor? ¿Tan pronto? No lo sé.
Llegamos al centro y bajamos y fuimos a la parada. Envié un mensaje para saber el tiempo que le quedaba para que llegara.
20 minutos.
-Si quieres, te puedes ir, son 20 minutos de espera.
-Me quedo, así no te aburres.
-Llevo años sola, no me preocupa unos minutos de soledad.
-Aprovecha que después de tanto tiempo, tienes a alguien con quien te puedas entretener.
-Lo celebraré.
-¿Lo celebras conmigo?
-¡Claro!
Y sin esperármelo, me dio un beso en la mejilla.
¿Y eso? ¿Qué digo? ¿Qué hago?
-Beso de despedida.
-No me voy ahora...
-Ya, bueno, pero no quiero que pase como la última vez con el número de teléfono, quiero que esta vez me lo devuelvas.
-¿El beso?
-Obvio, tu número ya no hace falta, ya lo tengo.
¿Le doy un beso?
Si, un simple beso, no es complicado.
Me acerqué a el, y fui dirección a su mejilla, y cuando iba a rozar mis labios con su piel, el movió su cabeza un poco, y en vez de besar su mejilla, le di un beso en los labios.
Me sonrojé, pero a el le pareció divertido porque se rió.
-Tendrías que ver tu cara ahora. Pareces un tomate.
-Normal.
-¿Qué diferencia hay?
-¿Te parece normal? Creo que hay mucha diferencia una despedida en la mejilla que en los labios. ¿O a todas tus amigas le das un beso en los labios como despedida?
-Se podría decir que no.
-Pues eso.
Ahora solo quería que llegara el autobús. No quería mirarle a la cara, me daba vergüenza.
Nos quedamos en silencio mientras el seguía sonriendo.
-Venga, ¡era broma!
-No le veo la gracia.
-Yo si.
Me di cuenta que a lo lejos el autobús que tenía que coger estaba parado en un semáforo en rojo.
-Ya esta ahí. Me despediría de ti, pero ya lo he hecho.
-Puedes volver a hacerlo.
-No, gracias.
-Una pena.
Le sonreí irónicamente y saqué mi monedero.
-Gracias por la tarde. Me lo he pasado bien.
-Lo mismo digo. Nos vemos mañana.
-¿Vernos? -dije mientras se paraba el bus.
-Claro. Adiós. -Y se fue.
viernes, 16 de agosto de 2013
CAPITULO 23
PASADO
Cuando desperté mi padre fue el primero que me abrazó, mi madre estaba detrás llorando.
-Gracias a Dios...
Me sentía cansada, y no sabía porque.
-Avisaré cuanto antes al doctor. Ahora vuelvo.-dijo mi padre mientras me dejaba con mi madre.
-Me alegro de volver a...-y me quedé dormida.
-Por fin, eh.
-¿Perdón?
Al abrir los ojos me encontré con una chica morena, muy blanca, sentada en el sofá de al lado de mi cama.
-Por fin te despiertas.
No sabía quien era aquella chica, y no me interesaba saberlo.
-Déjame en paz.
-Mentira.
-¿Cómo?
-No quieres que te dejen en paz, sino no hubieras intentado suicidarte.
La miré intrigada.
-¿Cómo sabes...?
-En el hospital se habla.
-¿Estas ingresada?
-Voluntariamente.-Eso no lo entendía. -Ayudo.
-¿Y vienes a ayudarme a mi?
-Si.
-¿Y mis padres?
-No lo sé.
No me fiaba de esa chica.
-Sé quienes son tus padres, pero...no me conocen.
-¿Sabes que das miedo?
-No, lo único que hago viniendo al hospital es ayudarte, ayudarte a querer vivir. Quiero enseñarte que la vida no está tan mal.
-¿Y cómo lo vas a hacer?
-Hablando contigo.
Me reí.
-¿Eso ayuda?
-Hablando es como se entiende a la gente...y a ti misma.
-Ya hablé con una psicóloga.
-Y seguirás hablando con ella.
-Mierda...
-¿Qué te pensabas? Estás mal de la cabeza, necesitas un loquero.
-Eso mismo pienso yo. Pero ella no piensa que sea así.
-¿Y estas de acuerdo con eso?
-Por parte, si. Que piense distinto no significa que este loca. Tal vez sea cobarde, eso si.
-Yo no pienso que seas cobarde, lo que has hecho no es de una persona cobarde, sino al revés, has sido valiente.
-¿Valiente? He querido abandonar, y eso no es de valientes.
-Has querido abandonar cuando no podías más. Algunos aguantan más y otros menos.
-Soy joven.
-Y debes vivir. Te queda mucho.
No sé como lo hizo esa chica sin nombre, pero me ayudo.
Al día siguiente después de despertarme, hablé con Elena, mi psicóloga. Pero antes:
-Prométeme que no le hablarás a Elena sobre mi.
-¿Por qué?
-Es mejor para ti...
-No entiendo.
-Habla a Elena sobre ti...y no vuelvas a mentir.
Me sigue pareciendo increible como puede saber ella todo eso sin haber hablado con nadie.
-Si me dices como te llamas.
-Clara.
-Vale, Clara. No hablaré de ti.
-Bien, gracias.
Mis padres me visitaban todos los días, un par de horas por la tarde. Hablábamos de mi estancia en el hospital, de mis charlas con Elena y de mis progresos.
-¿Cómo te sentiste al darte cuenta de que estabas viva? -esa fue la primera pregunta de Elena al entrar a su consulta. Me miraba seria, muy seria.
-Mal. -me miró con los ojos muy cerrados, para que continuase.- Me sentí mal porque todos mis esfuerzos se fueron a la mierda. Pero a la vez aliviada.
-¿Aliviada por qué?
-Soy joven, ¿no? Me queda mucho por vivir.
-Quiero que seas cien por cien sincera conmigo Alicia.
-Lo soy.
Elena me miró asombrada y me sonrió.
Le conté todo lo ocurrido esos días en el hospital. Mis sentimientos y pensamientos. Ella asentía y comentaba algo.
Pasaron las dos horas que tenía con ella para ese día y antes de irme me dijo:
-No quiero mentiras Ali, quiero ayudarte, y que estés otra vez aquí significa que tu misma te quieres ayudar. Por favor, déjame ayudarte y déjate ayudar también por ti misma.
Y sin responder nada, me fui.
La primera semana en el hospital me ayudo. Siempre que no estaba una enfermera o mis padres o no me tocaba ir a hablar con Elena, hablaba con Clara. Se convirtió en una buena amiga. Bromeábamos y hablábamos de todo. Teníamos los mismos gustos para todo, excepto que a ella le encanta vivir y cree que vivir es un regalo, y yo pienso que es una perdición.
-No sabes lo que dices.
-¿Y tu si?
-No, pero no puedes decir que tu vida es una perdición con 15 años. ¡Eres muy joven!
-Voy a cumplir los 16 este año eh.
-Sabes lo que quiero decir. -dijo sonriéndome. -No sabes lo que te puede pasar en un año o dos, a lo mejor conoces a alguien que te haga cambiar de idea.
-Tu poco a poco lo haces.
-Si, pero digo fuera del hospital.
-¿Fuera del hospital no hablaremos?
-Claro que hablaremos.
No lo hizo.
PRESENTE
-Me alegro de que estés bien ahora.
-Y yo. -dije sonriéndole. -¿Qué hora es?
Dani miró su móvil.
-Las siete.
-Dios, ¿tanto ha pasado?
-Has tenido un par de años muy moviditos, normal.
-Ya no serán tan moviditos.
-Ya me ocuparé yo de eso.
¿Y eso como me lo tomo?
-Gracias por escuchar mi...pasado.
-Gracias a ti por soportarme.
-¿Qué dices? -dije mientras me reía. -No hay nada que soportar, me encanta estar contigo.
Me sonrió y se acercó más a mi. Su brazo rodeó mi hombro y me dijo:
-No entiendo como ninguno de tu clase se ha enamorado de ti.
-¿Cómo?
Cuando desperté mi padre fue el primero que me abrazó, mi madre estaba detrás llorando.
-Gracias a Dios...
Me sentía cansada, y no sabía porque.
-Avisaré cuanto antes al doctor. Ahora vuelvo.-dijo mi padre mientras me dejaba con mi madre.
-Me alegro de volver a...-y me quedé dormida.
-Por fin, eh.
-¿Perdón?
Al abrir los ojos me encontré con una chica morena, muy blanca, sentada en el sofá de al lado de mi cama.
-Por fin te despiertas.
No sabía quien era aquella chica, y no me interesaba saberlo.
-Déjame en paz.
-Mentira.
-¿Cómo?
-No quieres que te dejen en paz, sino no hubieras intentado suicidarte.
La miré intrigada.
-¿Cómo sabes...?
-En el hospital se habla.
-¿Estas ingresada?
-Voluntariamente.-Eso no lo entendía. -Ayudo.
-¿Y vienes a ayudarme a mi?
-Si.
-¿Y mis padres?
-No lo sé.
No me fiaba de esa chica.
-Sé quienes son tus padres, pero...no me conocen.
-¿Sabes que das miedo?
-No, lo único que hago viniendo al hospital es ayudarte, ayudarte a querer vivir. Quiero enseñarte que la vida no está tan mal.
-¿Y cómo lo vas a hacer?
-Hablando contigo.
Me reí.
-¿Eso ayuda?
-Hablando es como se entiende a la gente...y a ti misma.
-Ya hablé con una psicóloga.
-Y seguirás hablando con ella.
-Mierda...
-¿Qué te pensabas? Estás mal de la cabeza, necesitas un loquero.
-Eso mismo pienso yo. Pero ella no piensa que sea así.
-¿Y estas de acuerdo con eso?
-Por parte, si. Que piense distinto no significa que este loca. Tal vez sea cobarde, eso si.
-Yo no pienso que seas cobarde, lo que has hecho no es de una persona cobarde, sino al revés, has sido valiente.
-¿Valiente? He querido abandonar, y eso no es de valientes.
-Has querido abandonar cuando no podías más. Algunos aguantan más y otros menos.
-Soy joven.
-Y debes vivir. Te queda mucho.
No sé como lo hizo esa chica sin nombre, pero me ayudo.
Al día siguiente después de despertarme, hablé con Elena, mi psicóloga. Pero antes:
-Prométeme que no le hablarás a Elena sobre mi.
-¿Por qué?
-Es mejor para ti...
-No entiendo.
-Habla a Elena sobre ti...y no vuelvas a mentir.
Me sigue pareciendo increible como puede saber ella todo eso sin haber hablado con nadie.
-Si me dices como te llamas.
-Clara.
-Vale, Clara. No hablaré de ti.
-Bien, gracias.
Mis padres me visitaban todos los días, un par de horas por la tarde. Hablábamos de mi estancia en el hospital, de mis charlas con Elena y de mis progresos.
-¿Cómo te sentiste al darte cuenta de que estabas viva? -esa fue la primera pregunta de Elena al entrar a su consulta. Me miraba seria, muy seria.
-Mal. -me miró con los ojos muy cerrados, para que continuase.- Me sentí mal porque todos mis esfuerzos se fueron a la mierda. Pero a la vez aliviada.
-¿Aliviada por qué?
-Soy joven, ¿no? Me queda mucho por vivir.
-Quiero que seas cien por cien sincera conmigo Alicia.
-Lo soy.
Elena me miró asombrada y me sonrió.
Le conté todo lo ocurrido esos días en el hospital. Mis sentimientos y pensamientos. Ella asentía y comentaba algo.
Pasaron las dos horas que tenía con ella para ese día y antes de irme me dijo:
-No quiero mentiras Ali, quiero ayudarte, y que estés otra vez aquí significa que tu misma te quieres ayudar. Por favor, déjame ayudarte y déjate ayudar también por ti misma.
Y sin responder nada, me fui.
La primera semana en el hospital me ayudo. Siempre que no estaba una enfermera o mis padres o no me tocaba ir a hablar con Elena, hablaba con Clara. Se convirtió en una buena amiga. Bromeábamos y hablábamos de todo. Teníamos los mismos gustos para todo, excepto que a ella le encanta vivir y cree que vivir es un regalo, y yo pienso que es una perdición.
-No sabes lo que dices.
-¿Y tu si?
-No, pero no puedes decir que tu vida es una perdición con 15 años. ¡Eres muy joven!
-Voy a cumplir los 16 este año eh.
-Sabes lo que quiero decir. -dijo sonriéndome. -No sabes lo que te puede pasar en un año o dos, a lo mejor conoces a alguien que te haga cambiar de idea.
-Tu poco a poco lo haces.
-Si, pero digo fuera del hospital.
-¿Fuera del hospital no hablaremos?
-Claro que hablaremos.
No lo hizo.
PRESENTE
-Me alegro de que estés bien ahora.
-Y yo. -dije sonriéndole. -¿Qué hora es?
Dani miró su móvil.
-Las siete.
-Dios, ¿tanto ha pasado?
-Has tenido un par de años muy moviditos, normal.
-Ya no serán tan moviditos.
-Ya me ocuparé yo de eso.
¿Y eso como me lo tomo?
-Gracias por escuchar mi...pasado.
-Gracias a ti por soportarme.
-¿Qué dices? -dije mientras me reía. -No hay nada que soportar, me encanta estar contigo.
Me sonrió y se acercó más a mi. Su brazo rodeó mi hombro y me dijo:
-No entiendo como ninguno de tu clase se ha enamorado de ti.
-¿Cómo?
viernes, 9 de agosto de 2013
CAPITULO 22
PASADO
Las voces eran más habituales, siempre me pedían que hiciera algo. Mover los dedos, luego los brazos, los pies. Una vez mi madre me grito:
-¡Despierta Ali, joder!
Me dejó absorta. ¿Me ha gritado?
Pero luego se puso a llorar. Sentí sus lágrimas, en como se apoyaba encima de mi y lloraba.
No quería ver esto, bueno, notar.
-Ali, abre los ojos. ¡Dinos algo!
Mi padre...es la primera vez que dice algo, o nunca lo oía.
-No sé lo complicado que debe de ser esto para ti...nunca he estado en coma. Pero hazlo por nosotros, por ti. Sobretodo por ti. Te queda mucho por vivir, eres joven. Te queda mucho por conocer, personas, lugares... Y nosotros queremos verte hacer eso, queremos verte crecer.
Y no entiendo muy bien como, pero en ese momento hice un esfuerzo para hablar con mi padre y en vez de decir algo, le vi, vi como mi padre me miraba con sus ojos llenos de lágrimas.
PRESENTE
-No me lo creo...
-Siento decirte esto, no quiero que mires de distinta manera a tus amigos.
-Me sabe mal que llame amigos a las mismas personas que tu llamaste amigos y te empezaron a insultar por un problema que tuviste en casa.
-No quería eso...
-No pasa nada, a mi no me han hecho nada, pero de esto hablaré con ellos.
-¡No! Por favor, no.
-No te preocupes -me dijo mientras me cogía de la mano-no saldrás mal parada por lo que les vaya a decir, intentaré que se olviden de ti. ¿Te parece?
-Hombre, eso sería perfecto. Que se olviden de mi y es mi sueño desde hace tres años.
-Pues cumpliré ese sueño para ti. -dijo mientras le daba un beso a mi mano y la soltaba.
-Pues gracias.
-Gracias a ti por contarme esto. ¿Es todo?
-No...pero ya lo sabrás poco a poco, esto es lo más importante.
-¿Seguro?
-No. -dije mientras le sonría.
-Sabiendo el final, ¿qué es lo que te hizo cambiar de opinión sobre vivir? Supongo que el exceso de pastillas, los cortes, el golpe... ¿estuviste en coma?
-Si, durante 10 días.
-Joder...
-Le doy gracias a mi padre, creo que fueron sus palabras lo que despertó algo en mi e hizo que despertara.
-¿Le oías mientras estabas en coma?
-Algunas veces le oía, otras veces no. Depende de mi misma.
-Entonces, ¿fue tu padre quien hizo que cambiaras tu forma de ver la vida?
-No, mi padre me ayudo a despertarme.
-¿Entonces? ¿Cómo? ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
-Mejor dicho quien. Mi mejor amiga en el hospital.
Las voces eran más habituales, siempre me pedían que hiciera algo. Mover los dedos, luego los brazos, los pies. Una vez mi madre me grito:
-¡Despierta Ali, joder!
Me dejó absorta. ¿Me ha gritado?
Pero luego se puso a llorar. Sentí sus lágrimas, en como se apoyaba encima de mi y lloraba.
No quería ver esto, bueno, notar.
-Ali, abre los ojos. ¡Dinos algo!
Mi padre...es la primera vez que dice algo, o nunca lo oía.
-No sé lo complicado que debe de ser esto para ti...nunca he estado en coma. Pero hazlo por nosotros, por ti. Sobretodo por ti. Te queda mucho por vivir, eres joven. Te queda mucho por conocer, personas, lugares... Y nosotros queremos verte hacer eso, queremos verte crecer.
Y no entiendo muy bien como, pero en ese momento hice un esfuerzo para hablar con mi padre y en vez de decir algo, le vi, vi como mi padre me miraba con sus ojos llenos de lágrimas.
PRESENTE
-No me lo creo...
-Siento decirte esto, no quiero que mires de distinta manera a tus amigos.
-Me sabe mal que llame amigos a las mismas personas que tu llamaste amigos y te empezaron a insultar por un problema que tuviste en casa.
-No quería eso...
-No pasa nada, a mi no me han hecho nada, pero de esto hablaré con ellos.
-¡No! Por favor, no.
-No te preocupes -me dijo mientras me cogía de la mano-no saldrás mal parada por lo que les vaya a decir, intentaré que se olviden de ti. ¿Te parece?
-Hombre, eso sería perfecto. Que se olviden de mi y es mi sueño desde hace tres años.
-Pues cumpliré ese sueño para ti. -dijo mientras le daba un beso a mi mano y la soltaba.
-Pues gracias.
-Gracias a ti por contarme esto. ¿Es todo?
-No...pero ya lo sabrás poco a poco, esto es lo más importante.
-¿Seguro?
-No. -dije mientras le sonría.
-Sabiendo el final, ¿qué es lo que te hizo cambiar de opinión sobre vivir? Supongo que el exceso de pastillas, los cortes, el golpe... ¿estuviste en coma?
-Si, durante 10 días.
-Joder...
-Le doy gracias a mi padre, creo que fueron sus palabras lo que despertó algo en mi e hizo que despertara.
-¿Le oías mientras estabas en coma?
-Algunas veces le oía, otras veces no. Depende de mi misma.
-Entonces, ¿fue tu padre quien hizo que cambiaras tu forma de ver la vida?
-No, mi padre me ayudo a despertarme.
-¿Entonces? ¿Cómo? ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
-Mejor dicho quien. Mi mejor amiga en el hospital.
miércoles, 7 de agosto de 2013
CAPITULO 21
PRESENTE
Y estaban, en la muñeca, todas las heridas de guerra. Todas las cicatrices...
Me oculté un poco las muñecas.
-¿Sólo en las muñecas?
Le miré sorprendida. ¿Y ahora?
-No...
-No lo sabía.
-No era importante.
-¿Cómo que no? Entonces, ¿qué es importante para ti? Porque ahora sabiendo esto de ti, todo a lo que llamaba problemas parecen tonterias.
¿Qué le digo ahora? No me apetece hablar de eso ahora, es mucho, y no quiero pasar la tarde hablando del pasado. De mi triste pasado.
-Es largo.
-No me moveré de aquí.
-En serio, quería pasar una bonita tarde contigo y no lo conseguiremos si hablamos de eso.
-Quiero saber de ti, ¿tanto te cuesta?
-La verdad es que si. Esto con la única persona con la que he hablado sobre esto era mi psicóloga.
-¿Sigues yendo al psicólogo?
-No como antes. Cuando quiero, la llamo y hablo con ella...cuando quiero volver a las andadas.
-¿Y eso ocurre a menudo?
-Cada vez menos.
Me sonrió. Triste.
-Eso es bueno.
-Si.
Nos quedamos en silencio mientras cada uno le daba un bocado a su bocata.
-¿Por qué?
-¿Qué?
-¿Por qué decidiste hacerte eso?
-Me di cuenta de que la vida no merecía la pena. Estaba sola...a nadie le importaba. Nadie me quería.
-Tenía que haberte conocido antes.
-Ya...
-¿Y tus padres? ¿No vieron que estabas triste? ¿No te ayudaron?
-Estaban con sus problemas... y yo en ese momento no era problema alguno para ellos.
-No me puedo creer que te hicieras eso. -dijo mirando mis muñecas. -Te mereces vivir, eres genial.
Me sonrojé, nadie me había dicho eso.
-En ese momento nadie pensaba que fuera genial. Decidí que no había diferencia, en que siguiese con vida...o muerta.
Me miró apenado y me rodeo con sus brazos.
-Lamento lo ocurrido, tomaste malas decisiones, pero si tomaste una buena, una muy buena.
-¿La de seguir viviendo?
-Si, y ahora que pienso, otra.
-¿Cuál?
-A ver aceptado salir conmigo.
Le sonreí como nunca lo había hecho. Me hacía sentirme única, la mejor. Y no lo era, no era la mejor. Pero el lo hacía sentir y eso es lo que importaba.
Se separó de mi y me preguntó:
-¿Cómo se enteraron tus padres de que te hacías eso?
-Un día, cuando llegue a casa, decidí quitarme la vida, sin juegecitos de cuchillas para hacerme sentir mejor. Cogí un cuchillo de la cocina y empecé a cortarme. Fui al hospital y allí...
-¿Te curaste?
-No... eso hice creer, pero no...no me curé.
-¿Cómo que no? ¿La psicóloga no te ayudó?
-Eso hice creer. Me ayudó, pero no del todo.
-¿Y qué hiciste?
-Al terminar el curso tomé un..gran exceso de Melatonina e Ibuprofenos. Y me corté. Le di un puñetazo a un espejo y me di un golpe con la cabeza en el bordillo de la bañera.
-Que suerte has tenido. -dijo sorprendido.
-Antes pensaba que era la chica con menos suerte del mundo, ahora no lo creo.
Me volvió a abrazar, más fuerte.
-No sé como lo has hecho, -continué- pero has hecho que vuelva la alegría que creí perder de mi niñez. Gracias.
-Gracias a ti por ser como eres. Eres genial y todos son gilipollas por haberte hecho creer que no lo eres.
-Pues esos son tus amigos.
-Ya veo...
Me dejó de abrazar y le dio un sorbo a su refresco. El ya se había comido su bocata, pero yo no y seguí comiendo.
-Me parece increíble que esas personas a las que llamo amigos te hayan hecho esto. -dijo señalando mis muñecas.
-Esto me lo he hecho yo...
-Pero fue por culpa de ellos...ellos eran tus amigos desde los 3 años, ¡y no te ayudaron! Esos no son amigos.
-Los mios no, pero los tuyos si, que me hicieran esto no significa que dejes de llamarlos amigos. Ellos si que han sido amigos para ti.
-¿Qué te hicieron?
-¿Cómo?
-Quiero que me digas todas las cosas que te han hecho tus compañeros de instituto. Nombralos y dime que hicieron...o hacen.
Dudé, ¿y si lo que le digo hace que dejé de hablar con ellos? Me cargaré la amistad que tienen y habrán más insultos...pero tampoco quiero mentir a Dani.
Por eso le conté todo. Quienes fueron mis amigos y que me hicieron mis amigos. Nombré a todos los que me hicieron daño y sus...fechorías.
Los insultos, las zancadillas, los robos, los destrozos... todo.
Todo lo que era antes, ya no lo es para Dani. Y eso es por mi culpa.
Y estaban, en la muñeca, todas las heridas de guerra. Todas las cicatrices...
Me oculté un poco las muñecas.
-¿Sólo en las muñecas?
Le miré sorprendida. ¿Y ahora?
-No...
-No lo sabía.
-No era importante.
-¿Cómo que no? Entonces, ¿qué es importante para ti? Porque ahora sabiendo esto de ti, todo a lo que llamaba problemas parecen tonterias.
¿Qué le digo ahora? No me apetece hablar de eso ahora, es mucho, y no quiero pasar la tarde hablando del pasado. De mi triste pasado.
-Es largo.
-No me moveré de aquí.
-En serio, quería pasar una bonita tarde contigo y no lo conseguiremos si hablamos de eso.
-Quiero saber de ti, ¿tanto te cuesta?
-La verdad es que si. Esto con la única persona con la que he hablado sobre esto era mi psicóloga.
-¿Sigues yendo al psicólogo?
-No como antes. Cuando quiero, la llamo y hablo con ella...cuando quiero volver a las andadas.
-¿Y eso ocurre a menudo?
-Cada vez menos.
Me sonrió. Triste.
-Eso es bueno.
-Si.
Nos quedamos en silencio mientras cada uno le daba un bocado a su bocata.
-¿Por qué?
-¿Qué?
-¿Por qué decidiste hacerte eso?
-Me di cuenta de que la vida no merecía la pena. Estaba sola...a nadie le importaba. Nadie me quería.
-Tenía que haberte conocido antes.
-Ya...
-¿Y tus padres? ¿No vieron que estabas triste? ¿No te ayudaron?
-Estaban con sus problemas... y yo en ese momento no era problema alguno para ellos.
-No me puedo creer que te hicieras eso. -dijo mirando mis muñecas. -Te mereces vivir, eres genial.
Me sonrojé, nadie me había dicho eso.
-En ese momento nadie pensaba que fuera genial. Decidí que no había diferencia, en que siguiese con vida...o muerta.
Me miró apenado y me rodeo con sus brazos.
-Lamento lo ocurrido, tomaste malas decisiones, pero si tomaste una buena, una muy buena.
-¿La de seguir viviendo?
-Si, y ahora que pienso, otra.
-¿Cuál?
-A ver aceptado salir conmigo.
Le sonreí como nunca lo había hecho. Me hacía sentirme única, la mejor. Y no lo era, no era la mejor. Pero el lo hacía sentir y eso es lo que importaba.
Se separó de mi y me preguntó:
-¿Cómo se enteraron tus padres de que te hacías eso?
-Un día, cuando llegue a casa, decidí quitarme la vida, sin juegecitos de cuchillas para hacerme sentir mejor. Cogí un cuchillo de la cocina y empecé a cortarme. Fui al hospital y allí...
-¿Te curaste?
-No... eso hice creer, pero no...no me curé.
-¿Cómo que no? ¿La psicóloga no te ayudó?
-Eso hice creer. Me ayudó, pero no del todo.
-¿Y qué hiciste?
-Al terminar el curso tomé un..gran exceso de Melatonina e Ibuprofenos. Y me corté. Le di un puñetazo a un espejo y me di un golpe con la cabeza en el bordillo de la bañera.
-Que suerte has tenido. -dijo sorprendido.
-Antes pensaba que era la chica con menos suerte del mundo, ahora no lo creo.
Me volvió a abrazar, más fuerte.
-No sé como lo has hecho, -continué- pero has hecho que vuelva la alegría que creí perder de mi niñez. Gracias.
-Gracias a ti por ser como eres. Eres genial y todos son gilipollas por haberte hecho creer que no lo eres.
-Pues esos son tus amigos.
-Ya veo...
Me dejó de abrazar y le dio un sorbo a su refresco. El ya se había comido su bocata, pero yo no y seguí comiendo.
-Me parece increíble que esas personas a las que llamo amigos te hayan hecho esto. -dijo señalando mis muñecas.
-Esto me lo he hecho yo...
-Pero fue por culpa de ellos...ellos eran tus amigos desde los 3 años, ¡y no te ayudaron! Esos no son amigos.
-Los mios no, pero los tuyos si, que me hicieran esto no significa que dejes de llamarlos amigos. Ellos si que han sido amigos para ti.
-¿Qué te hicieron?
-¿Cómo?
-Quiero que me digas todas las cosas que te han hecho tus compañeros de instituto. Nombralos y dime que hicieron...o hacen.
Dudé, ¿y si lo que le digo hace que dejé de hablar con ellos? Me cargaré la amistad que tienen y habrán más insultos...pero tampoco quiero mentir a Dani.
Por eso le conté todo. Quienes fueron mis amigos y que me hicieron mis amigos. Nombré a todos los que me hicieron daño y sus...fechorías.
Los insultos, las zancadillas, los robos, los destrozos... todo.
Todo lo que era antes, ya no lo es para Dani. Y eso es por mi culpa.
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