PASADO
Cuando desperté mi padre fue el primero que me abrazó, mi madre estaba detrás llorando.
-Gracias a Dios...
Me sentía cansada, y no sabía porque.
-Avisaré cuanto antes al doctor. Ahora vuelvo.-dijo mi padre mientras me dejaba con mi madre.
-Me alegro de volver a...-y me quedé dormida.
-Por fin, eh.
-¿Perdón?
Al abrir los ojos me encontré con una chica morena, muy blanca, sentada en el sofá de al lado de mi cama.
-Por fin te despiertas.
No sabía quien era aquella chica, y no me interesaba saberlo.
-Déjame en paz.
-Mentira.
-¿Cómo?
-No quieres que te dejen en paz, sino no hubieras intentado suicidarte.
La miré intrigada.
-¿Cómo sabes...?
-En el hospital se habla.
-¿Estas ingresada?
-Voluntariamente.-Eso no lo entendía. -Ayudo.
-¿Y vienes a ayudarme a mi?
-Si.
-¿Y mis padres?
-No lo sé.
No me fiaba de esa chica.
-Sé quienes son tus padres, pero...no me conocen.
-¿Sabes que das miedo?
-No, lo único que hago viniendo al hospital es ayudarte, ayudarte a querer vivir. Quiero enseñarte que la vida no está tan mal.
-¿Y cómo lo vas a hacer?
-Hablando contigo.
Me reí.
-¿Eso ayuda?
-Hablando es como se entiende a la gente...y a ti misma.
-Ya hablé con una psicóloga.
-Y seguirás hablando con ella.
-Mierda...
-¿Qué te pensabas? Estás mal de la cabeza, necesitas un loquero.
-Eso mismo pienso yo. Pero ella no piensa que sea así.
-¿Y estas de acuerdo con eso?
-Por parte, si. Que piense distinto no significa que este loca. Tal vez sea cobarde, eso si.
-Yo no pienso que seas cobarde, lo que has hecho no es de una persona cobarde, sino al revés, has sido valiente.
-¿Valiente? He querido abandonar, y eso no es de valientes.
-Has querido abandonar cuando no podías más. Algunos aguantan más y otros menos.
-Soy joven.
-Y debes vivir. Te queda mucho.
No sé como lo hizo esa chica sin nombre, pero me ayudo.
Al día siguiente después de despertarme, hablé con Elena, mi psicóloga. Pero antes:
-Prométeme que no le hablarás a Elena sobre mi.
-¿Por qué?
-Es mejor para ti...
-No entiendo.
-Habla a Elena sobre ti...y no vuelvas a mentir.
Me sigue pareciendo increible como puede saber ella todo eso sin haber hablado con nadie.
-Si me dices como te llamas.
-Clara.
-Vale, Clara. No hablaré de ti.
-Bien, gracias.
Mis padres me visitaban todos los días, un par de horas por la tarde. Hablábamos de mi estancia en el hospital, de mis charlas con Elena y de mis progresos.
-¿Cómo te sentiste al darte cuenta de que estabas viva? -esa fue la primera pregunta de Elena al entrar a su consulta. Me miraba seria, muy seria.
-Mal. -me miró con los ojos muy cerrados, para que continuase.- Me sentí mal porque todos mis esfuerzos se fueron a la mierda. Pero a la vez aliviada.
-¿Aliviada por qué?
-Soy joven, ¿no? Me queda mucho por vivir.
-Quiero que seas cien por cien sincera conmigo Alicia.
-Lo soy.
Elena me miró asombrada y me sonrió.
Le conté todo lo ocurrido esos días en el hospital. Mis sentimientos y pensamientos. Ella asentía y comentaba algo.
Pasaron las dos horas que tenía con ella para ese día y antes de irme me dijo:
-No quiero mentiras Ali, quiero ayudarte, y que estés otra vez aquí significa que tu misma te quieres ayudar. Por favor, déjame ayudarte y déjate ayudar también por ti misma.
Y sin responder nada, me fui.
La primera semana en el hospital me ayudo. Siempre que no estaba una enfermera o mis padres o no me tocaba ir a hablar con Elena, hablaba con Clara. Se convirtió en una buena amiga. Bromeábamos y hablábamos de todo. Teníamos los mismos gustos para todo, excepto que a ella le encanta vivir y cree que vivir es un regalo, y yo pienso que es una perdición.
-No sabes lo que dices.
-¿Y tu si?
-No, pero no puedes decir que tu vida es una perdición con 15 años. ¡Eres muy joven!
-Voy a cumplir los 16 este año eh.
-Sabes lo que quiero decir. -dijo sonriéndome. -No sabes lo que te puede pasar en un año o dos, a lo mejor conoces a alguien que te haga cambiar de idea.
-Tu poco a poco lo haces.
-Si, pero digo fuera del hospital.
-¿Fuera del hospital no hablaremos?
-Claro que hablaremos.
No lo hizo.
PRESENTE
-Me alegro de que estés bien ahora.
-Y yo. -dije sonriéndole. -¿Qué hora es?
Dani miró su móvil.
-Las siete.
-Dios, ¿tanto ha pasado?
-Has tenido un par de años muy moviditos, normal.
-Ya no serán tan moviditos.
-Ya me ocuparé yo de eso.
¿Y eso como me lo tomo?
-Gracias por escuchar mi...pasado.
-Gracias a ti por soportarme.
-¿Qué dices? -dije mientras me reía. -No hay nada que soportar, me encanta estar contigo.
Me sonrió y se acercó más a mi. Su brazo rodeó mi hombro y me dijo:
-No entiendo como ninguno de tu clase se ha enamorado de ti.
-¿Cómo?
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