jueves, 4 de julio de 2013

CAPITULO 15

PRESENTE
Soy una chica buena.
-Y tu un chico bueno. -le dije con el mejor ánimo posible.

No sé porque me sentó tan mal. 
-¿No eres buena chica?
-¿Eh?
-Te ha sentado mal.
-¿Me lo preguntas?
-No, lo afirmo. ¿Pasa algo?
Claro que pasa, eso soy para ti, una buena chica. ¿Malo? No lo es, pero me hubiera gustado que le gustara porque fuera guapa, simpática, graciosa...pero buena chica, ¿solo? 
-No me pasa nada, solo que nadie me ha dicho que sea una buena chica.
Como si fuera un perro.
-Que bien, soy el primero.
-Yuhu.

HACE AÑOS
Llevaba semanas que no salía de casa. El curso no salió del todo mal a pesar de mi problemilla. Nadie me echó de menos, pero en lo único que echaron de menos fueron los insultos, ya que no pararon en el último mes.

Al fin llego el verano. Ya había terminado de tomar mi medicación y mis padres se creen que estoy bien. Confían en mi y se creen cuando les digo que estoy bien. Error.

Una tarde, en casa de mi padre hice todo lo planeado. Todo lo que planee desde hace 2 meses. Llevo dos semanas sin comer, al principio me molestaba el dolor de tripa, pero luego ni lo notaba. El dolor pasará...
Solo escuchaba música, dormía y no hacía más. 
Llego el día. Sin dudarlo, fui a mi cuarto de baño y abrí una cajita. Dentro estaban todas las pastillas que hacía que me tomaba pero...no hacía. 
No sabía cuantas pastillas necesitaría, no se que efecto me hará, y quiero averiguarlo ya.
Cogí un buen puñado de pastillas de Melatonina y me las tragué.
Me costó, tosí un poco, pero no conseguí nada. Me maree, ¿Solo eso? Me tomé las últimas que me quedaban y solo hizo que me mareara. Vaya mierda.
Veía doble y me costaba caminar. Intenté salir del baño, pero no notaba el suelo, parecía que estaba volando. 
''Yo no quiero volar, quiero morir.'' Pensé. De la cajita, cogí mi vieja cuchilla.
Poco a poco fui al baño de mi padre, muy enfadada, debí informarme. Como cuesta suicidarse...
Cogí muchos ibuprofenos del cajón de mi padre y volví a hacer lo mismo que antes. 
Estaba cansada de estar de pie, pero me dio igual, cogí la cuchilla y me corte en la muñeca. Vi negro, no veía nada. Tiré la cuchilla enfadada. Me miré al espejo y grité:
-¡Muérete de una vez! Nadie te quiere, ¡estorbas! Es lo mismo que vivas como si mueres, nadie te echará de menos.  -y por último le dí un puñetazo al espejo. Lloraba, no por el dolor de mi brazo chorreando de sangre y lleno de trozos de cristal, sino por querer morir y no poder. ¿Qué quiere la vida de mi? No sirvo para nada, nadie me quiere. Entonces, ¿por qué sigo?
No soy una luchadora. 
Miré en la pared donde tendría que estar el espejo. Al segundo no vi la pared, no sentía mis piernas, y cuando intenté moverlas, me di un golpe seco con algo duro. 
Suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario