PRESENTE
Odio esos sábados de estudio. ¿Por qué? ¿Qué les hemos hecho a los profesores para ponernos cuatro exámenes para la próxima semana?
Lo normal de un sábado por la tarde es salir con tus amigas. Lo normal...
Pero en mi caso, ¿qué amigos?
Llevaba dos buenas horas con la maldita literatura y ya no podía más. Guardé los apuntes y el libro y me levanté a por un bollo.
Me dirigí a la cocina, abrí el armario y lo que me temía, no habia nada de comida. Pero nada de nada. Mi padre casi nunca estaba en casa, solo los domingos después de comer. Pero solo entablábamos conversación durante una hora y mi madre me llamaba para que saliera y llevarme a su casa.
Mi padre siempre estaba en la oficina. No sé donde dormía, pero los sábados por la noche nunca pasaba por casa.
Suspiré. Bajaré yo a por mi cena...como siempre.
Me miré en el espejo que había en la entrada. ¡Qué pintas! Tenía el pelo recogido en una coleta mal hecha e iba con una camiseta ancha que le dieron a mi madre y ella me la dio a mi.
'Una ducha y como nueva.'
Después de haberme duchado y haberme puesto, más o menos decente, cogí las llaves y mi monedero y los metí en una mochila pequeña y después cogí mis cascos y mi móvil.
Antes de salir me miré en el mismo espejo de antes. No sabía que decirme, así que no dije nada, orden de mi psicóloga.
La casa de mi padre estaba en un pueblo apartado a todo. Ni siquiera se le puede llamar pueblo, son varios chalets lejos de la ciudad. No hay fiestas ni tiendas ni nada. Un rollazo.
Fui a la parada del autobús, y sabiendo lo que me esperaba, me senté y me puse a escuchar música, sin prisas.
TRES AÑOS ATRÁS
Odio los gritos, y más si son de las personas a las que más quiero en este mundo. Mis padres...
Llevaban meses así. No me han querido contar nada de porque están así, de la razón de sus gritos.
Pero por lo que oigo es qye mi madre ha decidido cambiar.Ya no quiere a mi padre y se lo hace notar.
Se me escapó una lágrima y cogí mis cascos y puse el volumen a tope. Me daba igual que canción sonara, solo quería ahogar los gritos de mis padres con la música. Llevaban así 6 meses. Seis meses en los que no podía estudiar en casa y me tenía que ir a la biblioteca a estudiar. Seis meses en los que cambié.
Cayó una lágrima a mi mejilla. Y otra. Y otra. Y más...
No me dí cuenta de que alguien entro en mi cuarto.
-Lo siento mucho hija.-dijo una voz femenina, la de mi madre. No la miré a la cara, pero sin quitarme los cascos, quité la música.-Siento por lo que estas pasando, debe ser duro también para ti...nada fácil.
-En estos nada es fácil mamá.
Miré a mi madre con la esperanza a que dijera algo sobre lo que ocurre. Esperando a que me diga la razón de porque tantos lloros y gritos.
-Lo sé, ninguno de los tres lo está pasando muy bien... Tu padre no cambia de opinión.
-¿Sobre qué?
-Sobre...-mi madre miró al suelo, no se sentia agusto hablando conmigo sobre esto.-He cambiado Ali, y tu padre no lo acepta.
-¿Y qué no acepta?-nos vamos acercando...
-Ya no le quiero como le quería antes.
No me sorprendió ni lo mas mínimo. Me dí cuenta. Pero, ¿por qué?
-¿Hay...otro?
-No, no hay otro-suspiré aliviada. -Hay otra.
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